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Si hay que poner comillas, no es amor

¿Te halagan los celos?

¿Te sientes una persona más “querida” si la persona que te gusta, o que es tu pareja, es algo controladora?

¿Piensas que te “quiere” más si no te quiere dejar sola ni un solo segundo?

¿Interpretas que si pregunta constantemente dónde estás, es porque te “protege” y porque no quiere que te pase nada?

¿Crees que tener que “compartir” con tu pareja, las conversaciones privadas con otras personas que tienes en tu móvil, forma parte de vuestra relación sincera y de plena confianza?

¿Te “quiere” tanto que se molesta hasta en escogerte la ropa?

¿Te “protege” hasta de tu grupo de amigos / amigas de toda la vida?

¿Es tu pareja esa persona que te repite constantemente que ella sabe lo que te “conviene”?

Quizás interpretes todos estos gestos como “amor”. Si es así, estás asumiendo una conducta que siempre se ha entendido como “normal”. De hecho, éstos son algunos de los refranes populares que hemos podido oír a lo largo de nuestra vida: “Amor sin celos no lo dan los cielos” o “Amor y celos, hermanos gemelos”.

Ahora bien, si lo analizamos fríamente, más que “amor”, toda esta suerte de gestos no son sino una trampa mortal para perder nuestra identidad, nuestra esencia, nuestro yo.

Y me pregunto: ¿no debería ser eso, precisamente, lo que enamore a la otra persona? Y, por eso, ¿no debería la otra persona desear que jamás desapareciese esa esencia, en lugar de tratar de convertirnos en una persona que un día no podamos reconocer?

Nos cuesta entender que el amor no debería llevar aparejado nada de lo anterior. Sin embargo, curiosamente, no nos cuesta detectar estas terribles señales en los demás. Por tanto, quizás ésa sea la mejor defensa ante tales maniobras: mirarnos como nos miraría desde fuera alguien que, de verdad, nos quisiese.

¿Dejarías que tu mejor amigo o amiga tolerase tales ataques a su persona?. Si la respuesta es NO, sé esa amigo o amiga para ti misma, y no dejes que te despojen de tu esencia.

Las historias en las que hay que entrecomillar “…” lo que debería ser AMOR, no acaban bien nunca y, a veces, acaban con el peor desenlace posible.

Podría terminar este artículo con una frase sobre lo que debería ser el AMOR, pero no lo voy a hacer porque no encontraría nunca una definición que nos valiese a todos.

Lo que sí voy a hacer es incluir una palabra que creo que, en todo caso, debería estar siempre presente: LIBERTAD.